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sábado, 16 de junio de 2012

Toco y me voy …Luis Pentrelli (Wing derecho incisivo de fines de los ‘50)



Después de varios años el flaco se presentaba      nuevamente sobre las tablas, eligia el Velódromo  de Bs As para hacerlo, alla por el año 1994
Comenzo este concierto inolvidable
 diciendo :
Esto es una mano Pentrelli : Toco y me voy …


Los socios del desierto Velodromo 18/11/94



No todos saben que el creador de esa frase fue     
 Luis Pentrelli, un jugador de fútbol
hábil e  inteligente,
 aunque no demasiado famoso
quien acuñó la expresión.
Wing derecho incisivo que a fines de los ‘50 se inició en Boca y creció en Gimnasia y Esgrima La Plata, Pentrelli se fue a Italia con menos ruido y por menos pesos que los explosivos Maschio, Angelillo y Sívori del ‘57, pero hizo buena campaña en Udinese y Fiorentina, juntó experiencia allá. Cuando volvió libre y con treinta años, a mediados de los ‘60 a Racing, ya era –como el pelado Ernesto Grillo y el mismísimo Bocha Maschio– otro jugador: había modificado su posición en la cancha –era lo que aún no se llamaba un volante– y las características de su juego. Poco quedaba de aquel wing explosivo de gambeta, desborde y disparo. Se había convertido en solidario “jugador de toda la cancha”, con despliegue y movilidad, al estilo –guardando las distancias– del memorable innovador Alfredo Distéfano. Pentrelli se destacaba.
En aquel contexto, la revista El Gráfico –por entonces empeñada en un debate a veces virulento respecto de la idiosincrasia de “la nuestra” futbolera y las cuestiones tácticas que empezaban a plantearse– le hizo un reportaje en el que lo interrogó sobre cómo podría definir su manera de encarar el juego, su concepción del fútbol.
–Y usted, ¿cómo juega, Pentrelli?
–Yo... –movió las cejas que le sobraban, trivializó–. Yo toco y me voy
.
La novedad, la revolución para nuestro fútbol, residía en cada uno de los términos y –sobre todo– en la sucesión de los gestos. Tocar –palabra nueva por entonces– no era sólo pasarla (contrapuesto a gambetear) sino pasarla de primera, aligerar el trámite y el tránsito con un rasgo propio del toque: brevedad del recorrido, la corta distancia. La experiencia europea y la inteligencia propia le habían enseñado a Pentrelli que el sentido de la velocidad en el fútbol (llegar a poner la pelota y el jugador en posición de tiro antes que el rival lo impida) no consistía en correr más rápido con la pelota o patear más fuerte y largo para que un más rápido propio llegara antes que el rival, sino en moverse sin la pelota, tocarla mucho y tenerla poco.
Con “toco y me voy”, Pentrelli acababa de formular un credo, un Evangelio que, como suelen tener los textos básicos, traía buenas nuevas para todos en general…

( Fragmento )
Por Juan Sasturain
 

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